En la ría de Aldán la gaita tiene nombre y apellidos: los de José Fernández Canosa, ‘o ghaiteiriño do Piñeiro’, como le conocen todos los vecinos.
A Baldomero Pestana, emigrante, el destino le libró de la guerra civil para convertirlo en fotógrafo de los más grandes artistas hispanoamericanos.
Los asturianos Ángeles González y el matrimonio formado por Arcadio y Lelia son extraordinarios contadores de historias.
Quien desee recuperar la sensatez y obtener los consejos vitales más provechosos deberá subir hasta el pueblo más alto de Cantabria.
Los maragatos llevan muy a gala sus tradiciones, su vestimenta, su música y el recuerdo de sus trasiegos arrieros por media España.
En medio de la llanura castellana, el hogar de Exuperio Hernández Martín aparece como un oasis de remedios naturales y franqueza inmediata.
Los cuentos, las historias, las tradiciones y hasta los lemas publicitarios de la época acuden a la boca de Juanita con una facilidad pasmosa.
El acontecer diario en un caserío vizcaíno, con sus alegrías y sus penas, queda perfectamente condensado en el relato vital de este matrimonio bien avenido.
Este carbonero navarro nació por segunda vez cuando una niebla milagrosa cayó sobre el campo de batalla.
La tragedia de un pueblo que va perdiendo a sus vecinos hasta quedar vacío y abandonado es la que narra José María Satué.
De niño, Pedro Gimeno se colocaba en lo alto de un otero y mediante silbidos alertaba a los vecinos de la llegada de la Guardia Civil.
Desde Prats de Lluçanès, su pueblo en el interior de la Cataluña vieja, el joven Manuel Bartrons escapó a Francia huyendo de la guerra. U
Para conocer bien la cultura marinera catalana no hay como escuchar una animada tertulia protagonizada por viejos lobos de mar.
Detrás de los hoteles y los restaurantes, detrás de la ‘primera línea de playa’, se esconde la realidad de las Islas Baleares.
La expresión ‘hacerse a sí mismo’ adquiere su máximo exponente en la persona de este inquieto valenciano.
Todo sobre el mundo de los medieros y los jornaleros murcianos está incluido en los cuadernos de Guillermo del Madroñal.
Es heredero de los viejos ‘gancheros’, aquellos esforzados marineros fluviales que bajaban la madera serrana por el Tajo hasta Aranjuez.
Representativos a más no poder de La Mancha toledana, su historia de la Guerra Civil define a la perfección aquella tragedia insondable.
Es quien mejor conoce el extenso hayedo de Montejo de la Sierra y el paso de los días según el calendario antiguo.
El nombre que quiso ponerle el padre –aunque la Iglesia no se lo permitió, así es conocido por sus vecinos- lo dice todo de las ansias de mejora de esta gente.
La vida en el gran caladero de Marruecos, meses y meses faenando, es la de este algecireño curtido por los vientos y las mareas.
Casi en el mismo centro de Gran Canaria, en medio de un paisaje colosal y violento, las casas se asoman al precipicio y muchas de ellas tienen su parte de cueva, horadada en la misma peña.
El de Olivenza es el único milagro de multiplicación reconocido en España por la Iglesia Católica.
Sólo una comarca tan montisca y bravía como las Hurdes podía haber alumbrado a una persona del temple de ‘Quico’.
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